Desde hace años, la suerte reservada a la función paterna tiene muchos efectos clínicos (no necesariamente patológicos), entre los cuales el vagabundeo subjetivo de numerosos pacientes. Una de las maneras de responder a esto es endosarles la posición de víctima. Ésta es aclamada por nuestra sociedad, ya que desde ahora todo sufrimiento sería efecto, ya sea de un déficit del neuro-desarrollo, ya sea del acoso, del abuso o del trauma sufrido. El sujeto, en los dos casos, no tiene entonces nada que ver, reducido al estatuto de discapacitado o de víctima, y así al final claramente identificado.

A partir de ahí, no es de extrañar que el psicoanálisis hoy en día sea tan criticado, puesto que él pone en el centro de su abordaje clínico la responsabilidad del sujeto (sujeto no obstante del inconsciente) en casi toda circunstancia, sean cuales fueren los azares de cada historia y que, además, el psicoanálisis persiste en designar al deseo y a la sexuación como datos ineludibles de la vida psíquica.

Sin embargo, algunos analistas promueven un psicoanálisis “nuevo”, por convicción o militantismo, o por mejor figurar en la escena social. Así ellos acogen la evolución reciente y, otra vez, se ponen a estampar el evento traumático por todas partes, sobre todo en las mujeres, por razones de estructura; de tal manera que algunos escritos recientes tienen carices verdaderamente pre-freudianos, y muy precisamente remitidos a la afición del momento. Es el retorno de la “neurotica” que Freud abandonó para inventar el psicoanálisis.

 ¿Concernirán estas reflexiones solamente a los psicoanalistas que persisten todavía, un poco antes de ser desprestigiados en el pedestal del progreso, (falso progreso puesto que traiciona a las leyes del lenguaje y de la palabra)? Eso sería demasiado sencillo, y la candente actualidad política nos pone al día. Si alguna resolución pacífica no debiera resolver inteligentemente, es decir, con el respeto a los apremios propios del hablaser, se realizarán: la caída de los referentes y el rechazo a la alteridad, las sombrías proyecciones de Melman que nos anunciaban, regularmente, el posible retorno de un poder real y autoritario fuerte para “reparar” el derrumbe de la función paterna. A propósito de su previsión de un “retorno del garrote”, tendríamos incluso la opción entre dos posibles, según se prefiera poner la mejilla izquierda o la derecha.

Thierry Roth

Presidente de la A.L.I.

Traducción al español: Iris Sánchez