¿Qué estatuto del significante amo, hoy en día?
06 février 2024

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Marlène AGUIRRE
Séminaire d'été

(Saludos a los amigos y colegas en Francia y Europa, tanto como a los amigos y colegas de mi país y de América Latina. Agradezco escucharme en una lengua que no es la suya y que viene siendo la oficial de los Seminarios, a la vez que siento la satisfacción de expresarme en mi propia lengua.

Gracias a Felipe Díaz por acompañarme con la traducción en este ensayo de transmisión).

 

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La pregunta de hoy interroga el estatuto del S1. “Hoy en día”, “Aujourd’hui”, que yo voy a traducir por “Aquí y ahora”, para referirme a la región y al país desde el que hablo, con sus circunstancias actuales e históricas; incluyendo en mi reflexión, la suspensión de la sede del Seminario de Verano que veníamos programando realizarse acá, en Quito. Me he preguntado si hubiera dicho algo diferente, de realizarse el Seminario en Ecuador.

En esta lección del 18 de febrero de 1970, de la que Fernanda Machado ha dado buena cuenta, Jacques Lacan recoge nuevamente el estatuto del significante amo en la Filosofía y en la Psicología del Yo, para establecer en el discurso psicoanalítico el filum del padre, pero no el elegido por otros psicoanalistas en la vía de la infancia, la genética o las identificaciones. Nos muestra otro camino.

Tomo entonces lo que Lacan dice refiriéndose al Significante amo, “Al comienzo, ciertamente no lo hay [el significante amo], todos los significantes son equivalentes de alguna manera, solo juegan con la diferencia de cada uno con los otros, es decir, cualquiera de ellos puede adquirir la posición de significante amo (S1)”, y añade que el sujeto representado no es unívoco: Es representado y a la vez no representado.

Esta afirmación que pareciera ambigua, es sin embargo la ratificación de la introducción que, en la lección inicial del 26 de noviembre, hace Lacan, del S1 como significante fundador y organizador del universo del lenguaje, en el que ha de producirse el sujeto. Dice allí que el S1 no está en una condición de exterioridad respecto del Otro lugar de la relación, en el que identifica como equivalentes: el gran Otro, el S2 y el saber del hablante, un saber ya estructurado, distinto del saber del individuo viviente cualquiera.

 

 

 

 

 

Se sirve de esta escritura (en la pp. 13 del Envers de la psuchanalyse, que no aparece en la versión en español / Paidos / J. A. Miller).

Si anticipa en la lección de noviembre que el discurso puede prescindir de las palabras y enfatiza en el valor de las relaciones y las estructuras, con la afirmación de ahora, nos permite leer esta escritura primera como un ocho interior, para mostrar que el lugar del agente no está garantizado o preservado para un solo significante, sabiendo sí, que la función de dominio, de establecimiento del orden, le corresponde a quien lo ocupe. Habría que advertir aquí la relación de proximidad entre saber y goce que le hacen el juego difícil (“candente” dice, en lección de 11.01) al discurso.

La batería de significantes con que se encuentra cada nueva generación, no es exactamente la misma de la generación anterior, aunque proceda de ella y de las anteriores. El Otro es un campo de lenguaje dinámico, el saber que allí se produce es fruto de una cadena que tampoco tiene asegurado su anudamiento, es decir, es factible de desencadenarse.

Lacan considera que las sociedades llamadas “primitivas”, no están gobernadas por el Discurso del amo, que “Es bastante probable que el significante amo pueda localizarse en una economía más compleja”. Es aquí donde la pregunta que trabajamos hoy, me ha llevado a alternar lo de sociedades “primitivas” con culturas “colonizadas”, y así entrelazar las afirmaciones de Charles Melman, y Marcel Czermak en los años 90, acá en Quito, y en sus textos escritos. Conocemos cómo Ch. Melman interviene en la escritura de los discursos para dar cuenta del efecto subjetivo de las experiencias históricas de colonización, interponiendo el corte vertical entre los lugares de izquierda y derecha, con el que se anula la movilidad de las relaciones entre el agente, el goce, la verdad y el plus de goce. Se trataría de una barrera irremediable…

Y a ese propósito, Marcel Czermak nos traía viva la escena de la batalla de Cajamarca en la que uno de los 150 soldados del conquistador Pizarro, le quita la corona a este señor, medio dios, que era el Inca, el S1, organizador de la vida económica, intelectual, cultural, de su pueblo, dejando caer, con este gesto, aparentemente irrisorio, la función simbólica del S1 de los pueblos de esta región. Melman y Czermak coinciden en decir que fue un fenómeno irreversible.

Transcurren desde entonces quinientos años marcados por la ocupación del conquistador, primero, por guerras de independencia después, por la búsqueda de organización social y política en la formación de repúblicas y asentamientos de una muy controvertida democracia. A la vez, los pueblos autodenominados originarios han tratado de construir un lugar social y político, en la protesta y la reivindicación, con pobres resultados.

Todas las consecuencias señaladas por Melman, se confirman en el acontecer político-social de nuestra región. Son argumentos sólidos para explicar nuestros problemas de gobernabilidad. Y, sin embargo, me he preguntado si son suficientes para dar cuenta del Estado de guerra interno que ha sido declarado por nuestro joven presidente actual, (nueva generación de gobernantes) con la intención de detener esta nueva colonización que pretende imponer el imperio del narcotráfico. Este imperio no es regional, es mundial, y ha sabido (tiene un saber) encontrar en la región suficientes factores para avivar el fuego de la violencia, en las cenizas engañosas de ideologías frágiles, que no han conseguido restablecer un S1 garante de una gobernabilidad menos minada por el goce. Países los nuestros, heridos en su anudamiento con lo simbólico, vulnerables entonces ante la emergencia de lo Real.

En nuestro país, desde hace ya algunos años, está muriendo gente, más que por muerte natural, más que por la Pandemia, porque son mandados a matar, porque se cumplen mandatos de la mafia, de lo que ahora se llama (¿nuevos significantes o significantes usurpados?) narcotráfico, crimen organizado, delincuencia institucionalizada, poderosa estructura transnacional.

En un panel político reciente, un General del ejército (ícono de nuestras guerras) decía no estar de acuerdo con que se llame “guerra” al conflicto de violencia del país. “Una guerra, decía él, se produce entre dos enemigos, cada uno defendiendo sus principios y valores. Con el narcotráfico estamos enfrentados a un monstruo de muchas cabezas”. Yo añado: se trata de un “Otro” monstruoso, sin nombre, sin rostro, sin país propio, sin nacionalidad, que desde hace muchos años (los 80’) empezó a crear su propio gobierno. Una lengua propia: la de la “Cultura ‘traqueta’” (onomatopeya del trac trac trac, de la ametralladora al disparar. “Traqueto” el matón a sueldo, sicario, en la escala más baja de la jerarquía) originada en nuestro vecino país del norte, en donde el capo, el jefe de la mafia, empezó por vestirse del traje de Robin Hood y convertirse así en el jefe / “PATRÓN” (significante con historia: amo-patrón, denominación con que el indígena sometido se refiere al colonizador, al dueño de hacienda). Y, como señalan los investigadores (Daniel Mejía Lazcano, Omar Rincón, Norman Wray / Colombia, México, Ecuador) crea un nuevo mercado “en el que sube el precio, dependiendo del deseo del Patrón”. Nueva lengua, nueva cultura, nueva estética. Nueva ética: Los que obedecen al patrón lo dicen: “Todo vale para dejar de ser pobre”. El dinero es la única posibilidad de existir, no importa quién ni cómo lo produzca. La vida no vale nada. (Letra de un “narco-corrido” mejicano).

Monstruo de muchas cabezas, o Hijo monstruoso / engendro, del capitalismo salvaje.

Un significante cualquiera de la cadena que toma por asalto el lugar de dominio del S1, pervierte la función del amo, sirviéndose de la mercancía (que no es cualquier mercancía), para hacer de los otros, esclavos del goce.

Con este Real abrumador que ya no es solo de nuestro país, regreso al texto del Seminario para tomar, a mi manera, la invitación imperativa que hace Lacan: “HAY QUE LEER DORA” y preguntar ¿dónde se encuentra Dora ahora? ¿Dónde está el padre de Dora? El del segundo sueño, el padre muerto convertido en Diccionario. El que le da materia a Lacan para hacer del padre castrado, el significante amo. ¿Dónde encontrar el hilo perdido de la palabra que permita recuperar el lazo del simbólico?, no solo en nuestro país. El mundo entero está pintado de guerras y del tráfico corrupto, no solo de drogas.

(“El significante amo determina la castración”, “El discurso de la histeria revela la relación del discurso del amo con el goce”. Lacan en esta lección).

¿Cómo leer DORA ahora? Si se trata del bucle que se inicia en Freud en 1905 con la prestancia del padre idealizado y desvalido; el padre / amo en los discursos solidarios de la histeria y del amo en Lacan 1970, y ahora, en el 2024, ¿en qué lugar la encontramos?

No puedo ignorar entonces todo el afán histórico por desconocerla, por reprimir y despreciar la histeria. No me refiero solo a la represión histórica antes de Freud. Enfatizo más bien en la que ha puesto tanto empeño, la psiquiatría por su lado, eliminándola de su clínica y sus manuales, como muchos de los movimientos feministas que siguen debatiendo fallidamente su falta de lugar en los binarios, en los opuestos macho – hembra, en la evaporación del sexo en género, sucumbiendo en el espejismo de la igualdad imposible, agradecidos a la ciencia por el servicio de lo trans como signo de progreso, de la trans-formación que cree resolver la desavenencia con la falla subjetiva.

Contamos para esto con tantas otras referencias de Melman: La nueva economía psíquica, El hombre sin gravedad que goza a cualquier precio, La disforia de género…

Pero la histeria tiene sus estrategias para florecer nuevamente, en nuevas formas, como la veladora permanente de la insatisfacción subjetiva.

Termino con preguntas porque no tengo las respuestas.

¿Es posible el discurso del amo sin la pregunta de la histeria? ¿No estamos constatando los efectos de su ausencia en el lazo social, en su destrucción? ¿En sus estructuras, la familia, la política? En el discurso como estructura, en la estructura de los discursos, en su sistema de relaciones… en la relación del sujeto con una mínima economía de goce.

La violencia que estamos sufriendo en nuestra región, está comandada por un amo absoluto que exhibe la certeza de un goce absoluto, incluida la muerte a pedido.

Esa violencia en cascada determinó la no realización del Seminario El Reverso… en Quito, fue un Real sacudón al letargo romántico con que históricamente acariciamos la ensoñación de país maravilloso, de gente amable, de islas encantadas. Resultó un acto de privación que, en un primer momento generó sorpresa, decepción y frustración, pero que no ha detenido el trabajo del Seminario. Por eso estamos aquí.

Queda pendiente el punto del contrapunto que Lacan señala entre el Discurso del amo y el Discurso psicoanalítico. “Se obtiene dando un vuelco a este Discurso del amo”: Lacan.