Poner al padre en su lugar
07 mai 2024

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PINOS Virna
Préparation au séminaire d'été

“En la religión judía hay un Dios, es único, omnipotente, inaccesible: la vista humana no resiste su presencia, no es lícito crear ninguna imagen de él ni se puede pronunciar su nombre” (Freud,“Moises y el monoteismo”, p.18)

 

Moisés y el monoteísmo es un texto compuesto por tres ensayos, escritos y publicados entre 1934 y 1939, en un contexto histórico particular: la antesala de la Segunda Guerra Mundial.

Freud concluye el primer borrador de Moisés y la religión monoteísta en 1934, pero lo publica junto con la segunda parte en 1937.

La tercera parte se publica en 1939 durante su exilio en Inglaterra. El texto fue sometido a revisión durante 4 años en medio del odio y el antisemitismo imperantes en Europa.

Es quizá una de las obras más importantes de Freud, donde da continuidad a su elaboración teórica sobre el padre. Es la obra en la cual, trata de encontrar una explicación al antisemitismo y recorrer algo de su propia historia.

 

En 1934, Freud concluye el primer borrador de un texto que habia empezado muchos años atrás y en el que trabajaba el tema de su origen judío: “Moisés, el hombre y la religión monoteísta”,  texto donde aborda el mito de Moisés, en tanto mito de origen del pueblo judío. Freud va a proponer dos ideas que intentará argumentar, apoyándose en datos proporcionados por autores como: Ernst Sellin (1922) que recogieron elementos respecto a este mito.

Las hipótesis de las que Freud parte plantean que, por un lado: “ Moisés, el libertador y legislador del pueblo judío, no era un judío sino un egipcio”, (p.17) y por otro lado,  que “Moisés, el fundador de la religión, halló violento fin en una revuelta del pueblo judío, que al mismo tiempo repudió la religión por él fundada”. (p.35)

 

El texto pone énfasis en el mito de Moisés, personaje que conduce al pueblo judío fuera de Egipto para conformar una religión que reconocía un único Dios, fundando de esta manera el monoteísmo y acabando  así, con el politeísmo que reinaba en esos pueblos.

 

Freud va a desarrollar entonces la idea de que la religión que Moisés transmitió al pueblo judío tenía como antecedente la religión egipcia de Atón, conservando entre uno de los rasgos más importantes el rito de la circuncisión que se practicaba en Egipto: “Si Moisés no sólo dio a los judíos una religión nueva, sino también el mandamiento de la circuncisión, él no era un judío, sino un egipcio: entonces, es probable que la religión mosaica fuera una religión egipcia, y , por oposición a la popular sería la de Atón, con la cual en verdad la posterior religión judía coincide en algunos puntos notables.” (p.27)

 

El mito reúne entonces dos elementos, por un lado, la idea del origen extranjero del padre y por otro su asesinato.

 

¿Es Moisés y el Monoteísmo una aproximación privilegiada a lo Real?

 

A lo largo del texto encontramos a Freud buscando argumentar sus hipótesis a partir de  una serie de datos históricos, aparentemente “verídicos”, en el intento de organizar una “verdad histórica”, (Geschichte), que contradice la versión transmitida por el judaísmo, tanto a nivel de la tradición como de los distintos escritos bíblicos, sin embargo en su búsqueda, Freud inventa un mito de origen,  afianzando así, el carácter fundamental que este tiene en la reconstrucción de lo histórico (historisch) en el sujeto. Es así que, la eficacia del mito está en la posibilidad de leer y elaborar  la pregunta que el sujeto hablante se plantea sobre el origen. En el caso de Freud la pregunta gira en torno al origen y muerte del padre.

 

Así lo expresa Freud:

 

“El informe bíblico que poseemos contiene unas indicaciones histórico-vivenciales valiosas y hasta inapreciables que, empero, han sido desfiguradas (dislocadas) por el influjo de poderosas tendencias y adornadas con las producciones de una invención poética…[] Si obtenemos puntos de apoyo para discernir las desfiguraciones que produjeron, sacaremos a la luz, por detrás de ellas, nuevos fragmentos de la verdadera relación de cosas” (p.40)

 

Podemos considerar a Moisés y el monoteísmo como la invención poética de Freud que surge como intento de elaboración del designio que coloca al pueblo judío como el “elegido de Dios”, y las consecuencias que dicho designio tiene, sobre todo en este momento en que el antisemitismo se iba propagando en Europa, dando lugar a la segunda guerra mundial. Freud hace entonces una interpretación de la Historia, que podemos tomar como su modo de abordar lo Real de la guerra, que se avecinaba, y que provoca su exilio en Inglaterra.

 

Uno de los principales argumentos que Freud encuentra respecto a la condición del pueblo judío como “elegido de Dios”, está en lo que él denomina: “progreso en la espiritualidad”, refiriéndose a la contribución que el monoteísmo judío promueve en relación a algunos progresos culturales, debido a la importancia que se da a la sublimación como renuncia de lo pulsional; lo cual se expresa especialmente  en la prohibición de la adoración de imágenes y en el énfasis que se pone en la escritura (la Torá) como el único modo de representación de Dios. Hay entonces un paso hacia una idea de Dios (padre), que pone mayor peso en lo simbólico de la escritura, como posibilidad para su representación. Según Freud la prohibición de las imágenes implica una renuncia de la sensualidad y un vuelco hacia la espiritualidad, una manifestación de este progreso se encuentra en el hecho de que el pueblo judío conservó como un patrimonio su Escritura.

Al haber escritura, hay lectura, en la lección del 15 de abril de 1970, Lacan trae la idea del Midrasch propio a la tradición religiosa judía, y que consiste en un particular modo de lectura del texto bíblico sujeta a diversas interpretaciones que el hebreo al no usar vocales permite, pero que además recurre a todo un juego con la lengua hebraica dando lugar a otros sentidos más allá de los expresados en los textos.  Lacan resalta este punto para hacernos caer en la cuenta de que Freud venía de esa tradición, de ahí su modo de lectura del texto del inconsciente, lectura que pone atención en aquello que falla o que falta en el discurso del analizante y que indica el camino hacia la interpretación, desplazamiento del discurso propio a la lectura que el analista hace como modo de aproximación a lo Real, que sólo puede ser bordeado.

En Moisés y el monoteismo Freud dice:

 

“Con la desfiguración de un texto pasa algo parecido a lo que ocurre con un asesinato: la dificultad no reside en perpetrar el hecho, sino en eliminar sus huellas. Habría que dar a la palabra Entstellung (desfiguración, dislocación) el doble sentido a que tiene derecho…No sólo debiera significar -alterar en su manifestación-, sino también poner en un lugar diverso, desplazar a otra parte”,  así, Freud precisa que  en muchos casos de desfiguración de textos se puede hallar escondido en otra parte lo sofocado, desmentido, si bien modificado y arrancado del contexto. (p.42)

 

Lo paradójico de los planteamientos de Freud con relación a los textos bíblicos está en que él mismo al tomar la versión de Sellin sobre el asesinato de Moisés, construye un relato mítico en el cual, partiendo de una premisa falsa va a desarrollar una verdad. En la lección del 15 de abril de 1970, el profesor Caquot invitado de Lacan al seminario, muestra que las hipótesis planteadas por Freud eran falsas ya que la interpretación que hace Sellin del profeta Oseas, era bastante arbitraria. Tanto Lacan como Caquot van a remarcar el carácter falso pero verdadero del planteamiento de Freud. Se trata entonces de una “falsa verdad”, el valor de este mito que Freud inventa está en que no es una verdad absoluta, es una aproximación a la verdad del origen, es decir al Real.

 

La idea de falsa verdad sería un contrasentido, en la lógica matemática implicaría realizar una reducción al absurdo, que es el método que se aplica cuando dos premisas se oponen, pero en la lógica de lo inconsciente no hay principio de contradicción, verdadero y falso pueden coexistir de manera moebiana, donde anverso y reverso corresponden a una sola cara y un mismo borde.

 

La hipótesis falsa pero ver, sobre la muerte de Moisés, completa la serie de mitos que Freud inventa y plantea sobre el padre, a la vez que marca una diferencia con el padre de la horda primitiva de Totem y tabú. Moisés es el padre que introduce la Escritura (los mandamientos), su muerte inscribe la ley en la vía del texto bíblico abriendo la posibilidad a su interpretación, es decir a las versiones que de él se construyan. El padre en esta versión de Freud introduce el Orden simbólico, orden del lenguaje caracterizado por la hiancia que la oposición significante establece, lugar donde se alberga el sujeto como efecto del lenguaje. El mito del padre muerto por el pueblo al que ha transmitido el monoteísmo, hace referencia entonces a lo simbólico dando cuenta de lo Real por vía de la escritura; es la operación del simbólico configurando todo un campo donde la letra determina las formas del sujeto.

 

En esta misma lección del 15 de abril de 1970, Lacan hace alusión a, “la feroz ignorancia de Yahvé”, es decir a aquello que queda como desconocido e imposible de acceder para el sujeto,  Real no susceptible de representación, agujero en el que se coloca a Dios, el innombrable, el Otro del lenguaje, inicio y fin del universo discursivo, lugar lógico que hace posible al sujeto . De otro lado este decir de Lacan en la lección, alude al mismo tiempo a Yahvé como verdad absoluta, si todo lo ignora es porque todo lo sabe, premisa que sostiene el discurso religioso.

 

El padre del mito de Freud, es un gran Otro barrado que nos marca y determina como sujetos del lenguaje, a diferencia del Dios padre de la religión que establece la verdad y la justicia y que plantea a la verdad como absoluta. El padre que Lacan va a rescatar del mito freudiano es el de la ley del significante, aquel que  apunta a la verdad del sujeto como Real que se bordea por la vía del saber que el analizante construye. Verdad a medio decir, verdad contingente, aproximación que hace el analizante a lo Real de la estructura, y que el analista lee a la manera del Midrasch.

 

En cuanto al rito de la circuncisión que Freud lo señala como representación simbólica de la castración, es la metáfora del sacrificio de una parte del cuerpo del goce, que es cedido al padre para obtener su reconocimiento y pasar a ser parte y miembro de un linaje, así, la castración, vendría a ser un modo de aproximación a lo Real que anuda ley y deseo, y que el texto de Moisés enuncia.

 

El padre en nuestra cultura o ¡Dios le pague!

 

En Moisés y el Monoteísmo Freud trabaja el tema del padre, como inscripción y transmisión de la ley por vía de la religión, la misma que por muchas generaciones vino a constituirse en el discurso del Amo que organizaba los lugares y el lazo social en occidente y que en la actualidad ha sido reemplazado por la ciencia. La referencia freudiana del origen de Moisés como egipcio, plantea la idea del padre como extranjero. En el texto sobre “La nueva economía psíquica”, Melman habla sobre esta idea del  padre como un Otro, que habla otra lengua diferente a la materna y hace operar la posibilidad de una alteridad fundante que organiza la filiación. El padre real, agente de la castración, introduce la diferencia no solo de una generación a otra, sino también en el sentido de marcar un lugar de diferencia como cultura y al mismo tiempo en relación a establecer la singularidad del sujeto.

 

El mito del padre en Ecuador, es el del ancestro español con rasgos europeos, quizá sea la búsqueda del S1, el de la lengua española, inscripción que determina un origen y en donde el padre es ese extranjero, ese Otro que dará lugar a su vez al Otro de la lengua. De hecho en Ecuador, el español que hablamos no es igual al de España, tiene sus particularidades, tiene su mestizaje, su modo de decir de lo Real propio a cada lengua.

 

En casi todas las familias ecuatorianas se escucha la historia de un abuelo de rasgos europeos, como ancestro o mito del padre , es quizá la insistencia en el origen español de la lengua que se impuso y que hablamos, pero lo Real que retorna en los modos de hacer uso de esa lengua, en algunas expresiones como: “mande”, “tenga la bondad”, “no sea malito”, o “Dios le pague” , tienen un sonido de otro origen, del que se desmiente y se  esconde en el discurso, una lengua indígena, que produce modos particulares de hablar y que determina los intercambios y el lazo social en nuestra cultura. Los diminutivos abundan y las construcciones como: “dame haciendo”, evitan el imperativo que quizá tiene sonido de agresión, o de imposición violenta. Algunos dicen que somos ingobernables, por varios años derrocamos presidentes, fueron otros tiempos, ahora en cambio hay “algo” ingobernable que acecha nuestro día a día y que ha tomado a los adolescentes y jóvenes como vía para su manifestación.

 

El padre real propio a la estructura del lenguaje, donde lo que no cesa de no escribirse, da cuenta de lo imposible de colonizar, dos lenguas que conviven el español y el quichua, haciendo un tejido de sentido, donde la hiancia permanece y da lugar al sujeto efecto del mestizaje donde inventamos mitos de origen intentando construir una Historia, (Geschichte), siempre posible de ser dicha (historizada- historisch) de otra manera.

 

Un apunte final para introducir una pregunta y continuar la reflexión que la lectura de Moisés y el Monoteísmo, junto con la lección del seminario del 15 de abril me ha suscitado: A veces he podido escuchar en nuestro medio comentarios como: “deberíamos hablar sin esos modos suplicantes, melancólicos y culposos”, o “¿hasta cuándo seguimos diciendo: mande, no sea malito, tenga la bondad etc, etc.?”; encuentro que en esos comentarios resuena el padre freudiano superyoico y castrador, inscrito en el imaginario como el Amo de la conquista, me pregunto entonces si ¿se tratará de cambiar “ese modo de hablar”?, o si  ¿poner al padre en su lugar, en tanto función- como lo hace Lacan- es reconocer lo imposible, lo Real  propio a la estructura del lenguaje, y a partir de ahí descubrir qué otras escrituras pueden organizarse en el discurso?.

 

 


Referencias:

Freud, S. (2012). Moisés y el Monoteísmo, en Obras Completas Tomo XXIII, Buenos Aires: Amorrortu.

Lacan, J. (2004). Lección XII, L’envers de La Psychanalyse, Séminaire 1969-1970. Paris: ALI.

 

 

 

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