La piedra angular de esta lección es el texto “Moisés y la religión monoteísta” de Sigmund Freud (2001 [1934 – 1938]). En su escrito, Freud toma de referencia a Ernst Sellin, un teólogo protestante alemán. Jacques Lacan, en la lección del 15 de abril de 1970, lo menciona como un libro bastante difícil de hallar (el de Sellin), pero después de algunos movimientos, termina por hallarlo y lo trabaja. Para esta lección, Lacan invita a que lo acompañe André Caquot, un profesor de religiones semíticas, para que exponga la hipótesis que plantea Sellin en su libro. Al decir de Caquot, Sellin es un biblista y se refiere a su libro como: “El libro es claro y riguroso. Es falso, pero claro.” (Lacan, 1999 [1969 – 1970], p. 147).
El texto del Moisés de Freud tiene tres partes, tuvo algunos cambios y contingencias en su trayecto. Las dos primeras partes se publicaron en 1934 y la tercera, que al parecer era la que más duda le dio al autor, terminó publicándose en 1938, no sin antes pasar por algunas revisiones. Estos avatares en el texto del Moisés también muestran la diferencia en su escritura y contenido. Las dos primeras partes están escritas entre supuestos e hipótesis, un Freud que indaga, hipotetiza y hasta elucubra en lo que pudo haber pasado con Moisés. En la tercera parte (1938) elabora, a partir de sus hipótesis, una psicología individual, es decir, que al igual que en “Psicología de las masas y análisis del yo” (2001 [1921]), Freud hará una torsión moebiana entre una psicología social y una psicología individual. En conjunto entonces, “Moisés y la religión monoteísta” es, sin duda, un “Recordar, repetir y reelaborar”.
El Moisés es una referencia importante para el Seminario 17 (Lacan, 1999 [1969 – 1970]), tanto para analizar el discurso del amo, pero sobre todo para pensar la importancia del padre real como agente de la castración.
Lacan en esta lección inserta la palabra Midrash, que en términos generales significa una metáfora, una interpretación. “Los midrashim (plural de midrash) son parte de la Torá oral; son enseñanzas contadas en forma de historias, que explican pasajes y leyes toraicas. Se encuentran por toda la literatura rabínica” (Enlace judío, 2017, recuperado de: https://www.enlacejudio.com/2017/02/27/que-es-el-midrash/). Así, Lacan nos dice que “El análisis por entero, quiero decir la técnica analítica, puede, de algún modo, elucidar esta referencia, si se considera como un juego – entre comillas – de interpretación”. (Lacan, 1999 [1969 – 1970], p. 142) “Esto, en este campo, de ningún modo podría corresponder en mi caso a un saber, sino más bien a lo que he llamado estar en el ajo[1]… de un cierto saber, el de la exégesis bíblica” (Lacan, 1999 [1969 – 1970], p.143). Creo que entonces Lacan se está refiriendo al midrash que hace Freud sobre el origen y fin de Moisés, referencia importante para definir la noción de padre.
Si se considera al padre como un agente de la castración, puede que no se le esté dando a la “castración” el peso que amerita, pues la castración no es solamente el freno al goce materno, donde el padre es un mero agente para ello. Lacan propone con más consistencia que la castración está más directamente relacionada con el discurso, puesto que la castración es la privación que todo sujeto tiene en el discurso para acceder al Uno.
Entonces, si Lacan hace referencia al Moisés, es principalmente porque Freud toma de Sellin la idea de que Moisés fue asesinado. ¿Cómo? Según el texto, Moisés encontró su muerte en una revuelta de su pueblo, siendo que él era egipcio y llevó una religión de un Dios único a un pueblo que terminó repudiándolo para finalmente asesinarlo. Un final que encaja con el asesinato del padre de “Tótem y Tabú”, pero que toma una vía diferente. Freud, entre idas y vueltas con su Moisés, encuentra un mito en el lugar del “enigma”, de aquello oculto. La función del mito, tal y como plantea Lacan en El Mito Individual del Neurótico (2010, [1956], pp.107 – 108) implica: “De modo que el mito estaría allí para mostrarnos la puesta en ecuación, bajo una forma significante, de una problemática que por sí misma debe dejar necesariamente algo abierto, que responde a lo insoluble al significar la insolubilidad, y su salida reencontrada en sus equivalencias, que provee (esa sería la función del mito) el significante de lo imposible ».
Cuando Freud habla de la “herencia arcaica” hace referencia a aquello original, un acontecimiento, que se transmite de generación en generación y que no es consciente, es irremediablemente inconsciente y determinante, por eso es necesario volver al mito de la muerte de Moisés. Es decir que, en este punto retornamos a la función de agente que tiene el padre, agente de la castración. De aquí el nombre de la “feroz ignorancia” como punto de anclaje de una verdad: la inconsciente. Pero también feroz ignorancia sobre el padre real como agente de la castración y su relación al goce. Para Lacan el padre muerto es el goce que se presenta como signo de lo imposible mismo. Si el real es lo imposible, el padre no se presenta como un tope en el que, despistados, golpeamos nuestras cabezas; es el tope lógico que el simbólico encuentra en el imposible, es decir, lo imposible de la relación sexual.
Volvamos entonces a la muerte del padre y su relación como agente. Lacan muestra que la relación de la muerte del padre y la interdicción del goce es una posición de Freud, pero que él puede discutirla. Lacan aborda el concepto del padre como una función, como una metáfora, una sustitución.
Del complejo de Edipo, Lacan dirá que se puede ir más allá de lo que se suele ir. Edipo respondió a un enigma. Edipo es inconsciente de lo que hace, es un saber no sabido. Mata al padre actuando el goce de la madre.
En “Totem y Tabú”, Freud basándose en algunos estudios que proponían que, originalmente los seres humanos vivían en hordas, planteó que hubo una horda dominada por un protopadre (figura que tenía en exclusiva la satisfacción con todas las mujeres), es decir que tenía el goce para él sólo. La hermandad, hijos de ese padre, hartos de su tiranía y autoritarismo, lo matan para después devorarlo en una comida totémica. Posteriormente, aparecen la culpa y el amor al padre asesinado y devorado, y ello hace que la horda se organice alrededor de la ley, es decir que el padre retorna como ley, instaurándose así la ley de prohibición del incesto.
Aunque en el texto de “Moisés y el monoteísmo” pareciera que se plantea algo parecido con el asesinato del padre, podemos encontrar una diferencia que es fundamental: no se trata del asesinato de un padre gozador, se trata del asesinato del líder de un pueblo, asesinado a manos de sus propios adeptos. Asesinan al “un” padre que introdujo la ley o, en otras palabras, asesinan a quien sirvió de agente para introducir la ley. Tomemos en cuenta que es Dios el que a través de Moisés introduce un decálogo que tiene como fin prohibir el goce. Este punto es fundamental, porque marca la vía por donde va Lacan: del mito a la estructura.
Para Freud, el padre muerto se lleva el goce con él, el padre muerto tiene la llave del goce. Dice Lacan “el padre real, si se puede tratar de restituirlo con la articulación que hace Freud, se articula propiamente con lo que sólo concierne al padre imaginario, a saber, la prohibición del goce.” Lacan cuestiona que el padre muerto guarde en reserva el goce, posición freudiana. Para Lacan, lo que enmascara la muerte del padre es la castración paterna, la muerte y el amor al padre enmascaran la castración del padre, como en la neurosis obsesiva y la histeria. La versión de Freud sobre el padre (real) es netamente como un padre castrador. Lacan introduce entonces la posición de agente: agente de una operación necesaria para producir deseo. Esta propuesta nos permite alejarnos de esta versión “imaginaria del padre” acercándonos al efecto real del padre como agente. La pérdida de goce que se imputa al padre en Freud es concebida en términos de estructura. Lacan sustituye la prohibición por un imposible de goce, lo imposible de la relación sexual, lo imposible del lenguaje.
El padre es un agente causal, no es el castrador, es un agente que permite que se dé la castración, por lo tanto, es un efecto del lenguaje. El lenguaje introduce la castración, la palabra como asesinato de la Cosa. Así, Lacan va más allá del padre freudiano, planteando al padre como una construcción del lenguaje, que tiene efectos, que es un operador estructural; sólo así se devela una noción del padre que difiere del padre tiránico cuyo fin es la muerte por el hecho de ser tirano. Por ejemplo, en análisis, el sujeto puede asumir al padre como agente de la castración, como la causa del deseo. Si el sujeto logra deducir que el padre es un agente que causa deseo y que es ignorante de la verdad, el sujeto puede desprenderse de sus significantes amo (del Otro) para producir los suyos propios.
En este trabajo y lectura sobre la lección y su relación con el padre, dada las circunstancias que atravesamos actualmente en Ecuador, en donde hay una especial disposición a la violencia, se me han presentado algunas preguntas en relación al padre en tanto función y agente y la relación con la identidad. Moisés en tanto que padre muerto es quien da una identidad a su pueblo, un significante amo que es un referente. El padre muerto permite a lo simbólico, al lenguaje dar sentido. ¿Es que actualmente, en Ecuador, (o quizá en otras partes del mundo), está debilitada esta identificación con el significante que permite un referente al sujeto y que permite algo de identidad, de reconocimiento, teniendo como efecto una multiplicidad de identidades que son imaginarias y frágiles y que minan la posibilidad de alteridad llevándonos a los “confines donde la palabra dimite y empieza el dominio de la violencia”?
Notas:
Extracto del libro de Sellin:
Parte 3 (1, 2,3: Prehistoria del pueblo en la Era de Moisés) (pp. 43 y sg.)
El tercer resultado que es necesario ubicar en la tradición de Oseas respecto a la prehistoria de su pueblo, que es de gran alcance, no ha sido hasta el presente ni considerado ni pensado como posible. Se trata de: Moisés, el fundador de la religión, no era solo un maestro que aporta a su pueblo el conocimiento de la ley (Torah), de la palabra de su Dios. No, él es también un mártir de la fe que ha dado su vida, que se ha comprometido y ha sido asesinado por su pueblo.
Referencias bibliográficas: